No acostumbro a escribir artículos sobre jugadores aún en activo, salvo las reseñas que a cada cuál le toque en los resúmenes de los partidos. Pero hoy, que tanto se está criticando la actitud de muchos de los jugadores de la primera plantilla, que tras cargarse, y lo digo así de claro, al anterior entrenador, ahora tampoco muestran actitud con el nuevo, alguien que de entrada se metió en el vestuario como uno más y que desde el principio dio la cara por ellos. Pero todo tiene un limite, y Zidane ya se ha hartado de la displicencia de muchos de ellos. Y aquí es donde traigo a escena al jugador del que quería hablar y poner como ejemplo (por suerte desde el club parece que también lo están haciendo), me refiero a Álvaro Arbeloa.
El Espartano, como le conocen entre sus compañeros, y también en la afición, es un claro ejemplo de compromiso y madridismo. Personalmente siento debilidad por los jugadores que han salido desde nuestra cantera, y a Álvaro, desde que salió primero en dirección a Coruña, y poco después al histórico Liverpool, no le perdí la pista. Es verdad que no comparto con él su defensa de Mourinho, pero cada uno lo vemos de un punto de vista y no voy a entrar a hablar sobre este tema ahora. También, y por motivo de lo mismo, le he mirado con un poco de recelo por su distanciamiento con Íker, pero quizá injustamente, ya que cada uno defendía lo suyo, aunque para mi lo de ambos era el Madrid, pero como decía antes, no me quiero desviar del tema, que no es otro que el valorar a Álvaro como todo un profesional y ejemplo de madridismo. Quizá Álvaro no es mucho de besarse el escudo, no recuerdo de si alguna vez lo ha hecho, pero da igual, porque no le hace falta para demostrar su madridismo sin ningún tipo de egoísmo personal. Algunos que llevaban físicamente el brazalete y que aprovechan la más minima para besarse el escudo, suelen mirar primero por sus renovaciones que por dar ejemplo y rendir partido a partido.
Álvaro, a sus 33 años, sigue entrenando con la ilusión de aquel canterano que formó parte de una hornada de donde salieron importantes jugadores, como Granero, De la Red, Soldado, Negredo o Mata. Aquel que debutó en 2004 con el primer equipo frente al Betis, pero que meses después y buscando abrirse carrera en la élite del fútbol decidió buscarse las habichuelas en el Deportivo de La Coruña.
El magnífico rendimiento que dio en unos pocos meses en el equipo gallego, entonces entrenado por Joaquín Caparros, hizo que el Liverpool se fijase en el y se lo llevase a Anfield. Allí coincidió curiosamente con Rafa Benítez como entrenador, y con otros jugadores españoles en lo que se dio por llamar, “Spanish Liverpool”. En 2010 volvió a su casa, a su Real Madrid, y desde entonces ha sido un ejemplo de profesionalidad y de lo que es saber lo que representa el escudo que defiendes. Quizá su rendimiento sobre el terreno de juego no es el de antaño, pero Álvaro sigue machacándose entrenamiento tras entrenamiento, para ayudar a su Madrid cuando haga falta, y ejerciendo de capitán sin brazalete siempre que hace falta. Y por si a alguien le falla la memoria, decir que cuenta en su palmares con las más grandes títulos a los que pueda aspirar un futbolista, cosa que otros con más renombre no tienen.
Solo puedo decir, ¡¡tomar ejemplo!!, y un enorme, ¡¡¡GRACIAS ÁLVARO!!!