“Imagen. Raúl Albiol el día de su presentación por el Real Madrid. Fotografía Mediotiempo.com”
Hay futbolistas que pasan por la vida con el estruendo de una feria: focos, tatuajes, celebraciones que rozan el contorsionismo y frases para camiseta. Y luego están los otros, los que van de puntillas, hacen su trabajo con la serenidad de un relojero suizo y desaparecen dejando el rastro que solo perciben los que entienden de esto. Raúl Albiol pertenece a esa segunda estirpe, la más escasa y, paradójicamente, la más valiosa.
Raúl Albiol, el central invisible que lo hizo todo bien
Nació en Vilamarxant, tierra de naranjos, carácter seco y trabajo bien hecho. De crío jugaba al fútbol como quien aprende a respirar: sin estridencias. Ya entonces se adivinaba el tipo de jugador que sería siempre: un hombre más preocupado por la posición que por el postureo, más atento al corte que a la cámara. Entró en la cantera del Valencia y subió peldaño a peldaño, sin atajos ni padrinos, hasta debutar en 2003, cuando aún no se había afeitado con convicción.
Y entonces la vida, que es muy suya, le puso a prueba de verdad. Camino de Madrid, rumbo a firmar con el Getafe, sufrió un accidente de tráfico que pudo costarle la vida. Le retiraron el bazo y casi el futuro. Cualquiera habría dicho que aquello se había terminado; él, en cambio, decidió que aquello solo estaba empezando. Volvió a los terrenos de juego como si nada. Mejor dicho: como si lo hubiera entendido todo.
En Getafe aprendió el oficio y regresó al Valencia convertido en central de categoría y persona de entereza. Ganó una Copa del Rey en 2008 y se consolidó en una zaga que tenía más sustos que certezas. Lo hacía fácil: anticipar, corregir, ordenar. Un jugador que hacía parecer sencilla una tarea que suele ser heroica.
Y en 2009 llamó el Real Madrid. No todos los días te ficha el club más grande del mundo. Llegó en silencio, sin grandes titulares, en aquel verano de Florentino y los fichajes de portada. Mientras todos hablaban de Cristiano, Kaká y Benzema, Albiol llegaba para poner orden en la zaga. El primer año jugó casi todo. Pepe se lesionó y Raúl cumplió sin aspavientos. Nada de gestos épicos ni gritos al cielo: solo seguridad, desplazamiento preciso, respeto por la camiseta. Cumplió siempre. Cuando tocó rotar, rotó. Cuando tocó salir, salió. Pero jamás un mal gesto, jamás una palabra fuera de tono.Albiol fue el tipo que todos los entrenadores quieren tener y todos los periodistas olvidan mencionar. Y sin embargo, sin ese tipo, los equipos grandes se rompen.
Dejó el Real Madrid con una Liga, una Copa y una Supercopa. Y se marchó a Nápoles, donde descubrió que el calcio era su hábitat natural: defensa en bloque, rigor táctico, cemento y sudor. Allí fue titular seis temporadas, capitán moral y figura respetada por toda la Serie A. No levantó Champions ni Balones de Oro, pero se ganó una cosa más difícil: el respeto unánime de rivales y compañeros.
En 2019 volvió a España, al Villarreal, para jugar sus últimos años y acabar ejerciendo de patriarca. Y vaya si lo hizo. Fue el central que sostuvo al Submarino Amarillo en su mejor etapa europea, el que levantó la Europa League de 2021 y el que se fue hasta semifinales de Champions un año después. En Múnich, ante el todopoderoso Bayern, Albiol fue nombrado Jugador del Partido. Un español de 36 años, con el DNI ya arrugado, reduciendo a cero a los bávaros en su propio estadio. Esa noche fue la venganza silenciosa de los hombres discretos.
Después de todo eso, cuando muchos hubieran colgado las botas y abierto una cuenta de Instagram con fotos de desayunos, Raúl decidió marcharse de nuevo a Italia. En 2025 fichó por el Pisa, recién ascendido a Serie A. Una elección que lo define: nada de retiro dorado en Arabia ni de “experiencia exótica” en ligas que parecen benéficas; a él le siguen interesando la táctica, la seriedad y el fútbol de verdad.
Con la selección española, formó parte de la generación irrepetible que ganó Eurocopa, Mundial y otra Eurocopa. Jugó menos minutos que otros, pero estuvo siempre ahí: convocado, comprometido, dispuesto. En el vestuario de los héroes, hacía falta un tipo como Albiol para recordar que la gloria también necesita cimientos.
Raúl Albiol nunca fue un futbolista de frases ingeniosas. No dejó titulares, dejó ejemplos. No fue viral, fue fiable. Y en un fútbol donde la sobreactuación es moneda común, eso vale oro. Nunca buscó una cámara, nunca pidió un aplauso, lo suyo fue el trabajo, el compañerismo y una nobleza que ya parece arqueológica.
Cuando los madridistas de dentro de veinte años revisen aquella plantilla de 2009, encontrarán nombres deslumbrantes y goles inmortales. Pero entre ellos verán el rostro tranquilo de Raúl Albiol, y entenderán que también en el Real Madrid hay héroes sin ruido, soldados de la causa que no necesitan que nadie les recuerde porque su ejemplo ya lo hace por ellos.
Les dejo con las estadísticas de Raúl Albiol, sacadas del libro “Veteranos y Noveles” (Geoplaneta 2023), escrito por un servidor.
NOMBRE: Raúl Albiol Tortajada.
POSICIÓN: Defensa central.
NACIMIENTO: 4 de septiembre de 1985.
LUGAR DE NACIMIENTO: Villa Marchante (Valencia) España.
NACIONALIDAD: España.
DEBUT: 7 de agosto de 2009, amistoso, Toronto-R. Madrid, 5-1.
DEBUT OFICIAL: 29 de agosto de 2009, Liga, R. Madrid-Deportivo, 3-2.
ÚLTIMO PARTIDO: 1 de junio de 2013, Liga, R. Madrid-Osasuna.
TEMPORADAS: 4
PARTIDOS OFICIALES: 116
LIGA: 80
COPA: 15
COPA DE EUROPA: 20
SUPERCOPA DE ESPAÑA: 1
VICTORIAS: 85, EMPATES: 17, DERROTAS: 14
TITULAR: 98
SUPLENTE: 18
SUSTITUDO: 5
MINUTOS: 9.320
PARTIDOS COMPLETOS: 98
PARTIDOS AMISTOSOS: 24
GOLES: 2
PRIMER GOL: 8 de diciembre de 2009, Copa de Europa, Olympique de Marsella-R. Madrid.
ÚLTIMO GOL: 8 de mayo de 2013, Liga, R. Madrid-Málaga, 6-2.
ASISTENCIAS: 1
INTERNACIONAL: 58 veces con España.
TRAYECTORIA: Valencia B, Getafe, Valencia, Real Madrid, Napoles, Villarreal.
TÍTULOS CON EL REAL MADRID:
1 Liga.
1 Copa.
1 Supercopa de España.
1 Mundial.
1 Eurocopa
Buen profesional y que cumplió con creces en su etapa como Madridista. Gracias por este nuevo capítulo del Club de los 100. Un abrazo grande y Hala Madrid siempre!!!
Gracias Javier, efectivamente como bien dices, quizas por su sobriedad y discreción, no encuentro en mi memoria, alguna jugada significativa o brillante en su trayectoria como madridista, en donde siempre cumplio . Solo recordar el apuro que pasó el día de su presentación, cuando la afición allí presente, le pedía que besara el escudo.