“Imagen. Rafa Alkorta. Fotografía HisotriasdelReal Madrid.com”
Hubo un tiempo en que los defensas centrales no necesitaban tatuajes, ni peinados patrocinados, ni cuentas verificadas. Les bastaba con una mirada. Una de esas miradas que hacían retroceder al delantero antes de que sonara el silbato. Rafa Alkorta era de esa especie. Su gesto era más el de un profesor serio que el de un gladiador, pero debajo de esa serenidad había acero. Acero vasco, por supuesto.
Rafa Alkorta: el caballero que vino del hierro
Nacido en Bilbao en 1968, formado en Lezama, Alkorta encarnó la quintaesencia del jugador del Athletic: compromiso, nobleza y una cierta solemnidad que, en Euskadi, se confunde con timidez. Su debut en Primera llegó en 1987, aún en pantalones largos de chaval, cuando los estadios olían a puro y bocadillo de tortilla. Muy pronto se ganó un lugar en la defensa rojiblanca, primero por obediencia táctica y después por jerarquía natural. El Athletic tenía esa virtud: te hacía hombre antes de que aprendieras a fingir.
A principios de los noventa, el Real Madrid buscaba equilibrio. Había talento a raudales, pero faltaba una pieza fiable atrás. Entonces miraron al norte y vieron en Alkorta al central perfecto: sobrio, serio y sin miedo a llevarle la contraria al delantero más valiente. Llegó al Bernabéu en 1993, y con él, un pedazo de la dignidad del fútbol vasco.
Allí encontró a Fernando Hierro, y entre ambos construyeron una sociedad defensiva que rozó la perfección. Uno era el trueno; el otro, la muralla. Hierro pegaba el grito, Alkorta corregía la línea. Hierro jugaba con fuego, Alkorta con brújula. Se entendían sin hablar, como las buenas parejas de baile. Durante años fueron la garantía de que, pasara lo que pasara arriba, atrás no se regalaba ni un metro.
Aquel Madrid de Valdano y luego de Capello vivía en una permanente contradicción: querían jugar bonito y ganar feo, o viceversa. En medio de ese ruido, Alkorta se convirtió en un oasis de sensatez. Nunca buscó la cámara, ni la frase ingeniosa. Cuando el Real Madrid ganaba, sonreía en silencio. Cuando perdía, salía a dar la cara. En eso también era diferente.
Ganó dos Ligas y una Supercopa de España con el Real Madrid. No fue el más brillante ni el más mediático, pero pocos fueron más fiables. Su estilo era una mezcla de orden prusiano y ética bilbaína: no hacer el ridículo y no dejar que lo hicieran los demás. Mientras algunos compañeros competían por salir en la portada de Don Balón, Alkorta aspiraba a no salir en la foto del gol. Y eso, en un central, es síntoma de excelencia.
Pero el corazón, como el fútbol, tiene sus propios planes. En 1997 regresó al Athletic. No porque le faltasen ofertas ni minutos, sino porque hay amores que no se apagan ni con dos Ligas en el bolsillo. En Bilbao lo recibieron como se recibe a un hijo pródigo que vuelve con las manos limpias. Allí volvió a ser capitán, referencia y ejemplo de fidelidad. Esa temporada el Athletic quedó subcampeón y entró en la Champions. Alkorta lo celebró como si hubiera ganado el título.
En Alkorta, la identidad siempre pesó más que la vanidad. Y quizá por eso, en un club como el Real Madrid, que mide la historia en trofeos, su legado no se cuenta por copas, sino por respeto.
Su carrera internacional fue igual de sólida: 54 partidos con España, tres Mundiales (1990, 1994, 1998) y una Eurocopa. Jugó contra Maradona, Baggio, Klinsmann, Zidane… y ninguno le tomó el pelo. A veces le superaban, sí, pero nunca le humillaban. Porque si algo tenía Alkorta, además de oficio, era dignidad. Y eso no se entrena.
Cuando colgó las botas, no se disfrazó de entrenador iluminado ni de tertuliano gritón. Fue segundo de Míchel en el Olympiacos y en el Marsella, porque la lealtad también se practica en los banquillos. Luego volvió otra vez a casa, cómo no, como director deportivo del Athletic. Allí intentó modernizar la estructura sin renunciar a la esencia: cantera, esfuerzo, pertenencia. La cuadratura del círculo bilbaíno.
En lo personal, su vida ha sido tranquila, familiar, sin escándalos. Casado con Judith Atienza, padre de Iker y Anne, ha sabido mantenerse lejos del ruido. No vende cremas ni suplementos; no hace documentales sobre su infancia; no aparece en programas de tertulias afiladas y contradictorias que rozan el esperpento. Es un hombre de otra época, una época en la que el silencio todavía era una virtud.
A veces uno piensa que Alkorta habría encajado mejor en los años setenta, junto a los Benito, Pirri o Camacho, cuando los defensas eran tipos que se jugaban la pierna por el compañero. Pero tuvo la mala suerte (o la bendita) de nacer en una generación de transición: la que separó el fútbol obrero del fútbol escaparate. Y aun así, resistió sin travestirse.
El tiempo le ha dado la razón. Hoy, cuando uno ve centrales que se hacen selfies tras perder o que protestan al VAR mientras el rival marca, se echa de menos a tipos como él. Jugadores que sabían que la elegancia no está en el peinado, sino en llegar a tiempo al corte.
Rafa Alkorta fue un futbolista decente en una era que empezaba a perder la decencia. Y eso, en perspectiva, es mucho más grande de lo que parece. El fútbol de hoy le debe respeto a hombres así, los que no hicieron ruido pero sostuvieron el edificio. Los que no salían en los memes, sino en las fotos de grupo.
Quizá nunca gane un premio a la trayectoria, ni falte quien le recuerde con ese paternalismo de los que confunden discreción con falta de carisma. Pero el que haya visto un solo partido suyo sabrá que el fútbol también se juega desde el pudor. Que a veces el mejor gesto de un defensa es no tener ninguno.
Rafa Alkorta fue, y sigue siendo, un caballero del fútbol. Uno de los últimos. De los que despejaban con la cabeza y pensaban con el corazón.
Los números de Rara Alkorta en el Real Madrid, extraídos de la obra Veteranos y Noveles (Geoplaneta 2023) y escrita por un servidor son los siguientes:
NOMBRE: Rafael Alkorta Martínez.
POSICIÓN: Defensa central.
NACIMIENTO: 16 de septiembre de 1968.
LUGAR DE NACIMIENTO: Bilbao (Vizcaya) España.
NACIONALIDAD: España.
DEBUT: 6 de agosto de 1993, Trofeo Castilla-La Mancha, Albacete-R. Madrid, 0-1.
DEBUT OFICIAL: 4 de septiembre de 1993, Liga, Osasuna-R. Madrid, 1-4.
ÚLTIMO PARTIDO OFICIAL: 14 de junio de 1997, Liga, R. Madrid-At. Madrid, 3-1.
ÚLTIMO PARTIDO: 17 de junio de 1997, amistoso, R. Madrid-Mérida, 0-0.
TEMPORADAS: 4
PARTIDOS OFICIALES: 136
LIGA: 107
COPA: 10
SUPERCOPA DE ESPAÑA: 3
COPA DE EUROPA: 5
RECOPA: 5
COPA DE LA UEFA: 5
COPA IBERIA: 1
VICTORIAS: 73, EMPATES: 30, DERROTAS: 33
TITULAR: 127
SUPLENTE: 9
SUSTITUDO: 2
MINUTOS: 11.597
PARTIDOS COMPLETOS: 125
PARTIDOS AMISTOSOS: 42
GOLES: 3
PRIMER GOL: 4 de octubre de 1995, liga, Valencia-R. Madrid, 4-3.
ÚLTIMO GOL: 2 de diciembre de 1995, liga, R. Madrid-Sevilla, 4-1.
ASISTENCIAS: 1
INTERNACIONAL: 54 veces con España.
TRAYECTORIA: Categorías inferiores del Athletic Club, Bilbao Ath., Athletic Club, Real Madrid, Athletic Club.
TÍTULOS CON EL REAL MADRID:
2 Ligas.
1 Supercopa de España.
Magnífico jugador que vino a reforzar el centro de la defensa, tras las bajas en la temporada anterior de Rocha y Tendillo.
La llegada de Valdano como entrenador, que prefirió como pareja de centrales a Hierro y Sanchís, que sacaban el balón jugado, le relegó al banquillo, jugando solo 5 partidos de titular en la liga de la temp. 94/95, proclamándose campeón. Posteriormente con la llegada de Capello, volvió a ser titular indiscutible, en su última temporada en el club.
Acabado su ciclo en el Madrid, fichó la temp. 97/98 por el Bilbao, junto al también madridista Mikel Lasa, y de manera recíproca Karanka llegó a nuestro club.
Gracias Javier por hacernos recordar la historia del madridismo.