La Gran Familia

EL RINCÓN DEL PEÑISTA / TODO OCURRIÓ UN 21 DE ABRIL

Los jugadores madridistas celebrando la victoria
fotografía realmadrid.com

Una vez mas nuestra amiga Laura Coca nos manda desde su Marbella, un articulo publicado en su Blog http://elcornerdeldeporte.blogspot.com.es/.

Leerlo y disfrutar de la maestría de Laura a la hora de escribir:

Todo ocurrió un 21 de abril
Cuenta la leyenda que, un 21 de abril, un ejército al que llaman Los Vikingos invadió el territorio azulgrana para hacerse con victoria y la corona.

Cuando el ejército merengue tocó el territorio enemigo, decenas y decenas de soldados lo recibieron. Todos y cada uno de ellos elevando la voz para que su reino pudiese oír y sentir aquellos gritos de guerra. El enfrentamiento tuvo lugar horas después en aquel lugar medio ovalado, en el cual miles y miles de soldados culés gritan para empujar a su equipo.

Previo al duro enfrentamiento, el jefe, el comandante, el vikingo más fuerte del reino soltó una pequeña charla a sus soldados. Algo similar a… “¡Señores! ¿A qué hemos venido? ¿A qué si no es por la gloria? Salgamos ahí y demostremos que somos vikingos, los mayores vikingos que jamás puedan ver. ¡Mostremos nuestra garra, nuestra fuerza, caralho! Venimos por ellos, por los que están allí arriba, en el último anfiteatro dejándose la garganta. ¿Cuál es nuestro oficio, caralho? ¡¡¿Cuál es nuestro oficio?!!” A lo que aquel ejército elevó la voz y respondió “¡¡AU, AU AU!!”.

Posterior a ello, todos aplaudieron y se dieron varias palmadas en la espalda. El capitán del grupo se dirigió a uno de los integrantes, Ramos, y le dijo: “Ordena a todos los de tu zona que me ayuden a que esa esfera no traspase los palos de mi portería. Diles que la gloria se encuentra en el lado opuesto. Porque somos fuertes y formamos un muro”. Ramos afirmó.

Ya era la hora. El ejército ya tocaba la hierba de aquel reino. El capitán observaba a toda su plantilla. Casi al final, al otro lado del campo, podía observar a una pequeña máquina de hacer goles. Es argentino y no muy grande. Dicen que es el mejor del mundo.

A mitad del encuentro, un vikingo blanco, y no muy llamativo, consiguió la primera gloria de este equipo. Aquel último anfiteatro reventó a gritos. “No es momento para confianzas” pensaban. “A por el siguiente.” Minutos después, llegó el contrario. Aquel estadio gritaba, lloraba, saltaba. Excepto ese pequeño anfiteatro…ni lloraba, ni saltaba…¡¡gritaba para apoyar a los suyos!!. Y aquel equipo se levantó.

El jefe echó una mirada a cada uno de sus integrantes y con ello lo dijo todo. El capitán miró a Ramos y éste le respondió con un guiño. Volvió a mirar hacia delante y allí estaba él, el mayor Cristiano del grupo. Le devolvió la mirada y dijo: “¿el siguiente? lo hago yo”.

Y así sucedió. Aquella bestia acarició el balón con sus pies, le dió un pequeño empujón y fue la causa de la mejor pesadilla al reino contrario. La bestia se aproximó a aquel banderín que adorna una esquina del campo y pronunció: “calma, calma…”. Allí estaba él. No hay razón por la que debamos permanecer ahogados en el miedo. Nuestro protector, nuestro orgullo, nuestras lágrimas.

Aquel pequeño anfiteatro lloró y un estadio entero calló. Mudo, en silencio. Todos observando cómo aquel bicho derrotó a todos y cada uno de sus valores. Sin armas, exceptuando aquel muslo que, más que estar compuesto de carne y hueso, son metales los que lo forman. Una auténtica ametralladora humana.

Y todo esto resulta que no pertenece a una leyenda, sino a una realidad. El espíritu de Juanito gobernó en aquel estadio y su casta y orgullo hicieron que todos y cada uno de sus soldados llegasen a la meta.

Real Madrid, vivimos por ti, vence por nosotros.

Laura Coca

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