Continuando desempolvando el baúl de los recuerdos, es imposible que los que tenemos cierta edad no nos acordemos de Hugo Sánchez. De todos apodos que tenía el delantero mexicano, no recuerdo que ninguno fuese el pistolero, pero es como yo lo veía. No era un jugador de regates o elabora jugadas, era un jugador que recibía y pum, remataba y para adentro.
El acróbata del gol
En el verano de 1985 llegaba al club un goleador ya contrastado. Un killer del área que se dice ahora. Venía de nuestro eterno rival madrileño, el Atlético de Madrid, en donde ya había jugado cuatro temporadas. 152 partidos oficiales con los colchoneros y 82 goles eran su aval. En su última temporada con los rojiblancos conquistaba la Copa del Rey y se alza con el Trofeo Pichichi en el campeonato nacional con 19 goles, cifra que hoy parece irrisoria.
El fichaje se negocia con el club rojiblanco a través de los Pumas de México para que la afición colchonera no se enoje con la directiva por haber vendido a su mejor jugador al eterno rival. Serán siete las temporadas las que el de Ciudad de México jugará defendiendo nuestra camiseta. Unas temporadas en las que madridistas como este que escribe disfrutó al máximo del fútbol que ofrecía el equipo, en las que se juntaron una hornada de jugadores jóvenes (La Quinta del Buitre), y unos jugadores veteranos que le daban un poso de experiencia al equipo espectacular, como Maceda y Gordillo que llegaron a la par de Hugo (La Quinta de los Machos), y los Buyo, Camacho, Juanito,Valdano, Gallego… . Lo digo siempre, el ganar la Copa de Europa del 1998 y las posteriores, es una alegría indescriptible, pero esas Ligas de la Quinta y el resto de jugadores que componían esas plantillas, esas dos UEFAS con aquellas remontadas épicas, puede que sea lo más bonito que he vivido como seguidor de nuestro equipo. Al fútbol se puede jugar de muchas maneras, y todas pueden ser lícitas si al final el objetivo se consigue, pues lo que quedan a fin y al cabo son los trofeos en las vitrinas. Pero si esos trofeos van acompañados de un fútbol inolvidable, pues miel sobre hojuelas, y aquel fútbol de la época de la Quinta era espectacular.
Su etapa como merengue
Pero volvamos al delantero mexicano. Además de su eficacia ante el marco contrario, basada en recibir y rematar de primeras (desenfunda y dispara, de ahí lo de pistolero), era habilidoso para el desmarque. Sus ágiles movimientos hacían que el defensa lo perdiera de vista en un abrir y cerrar de ojos. Otra de sus especialidades era el remate de chilena. Como olvidar ese golazo al Logroñes. Hasta 22 goles de chilena consiguió el mexicano a lo largo de su carrera. Luego estaba esa otra manera de desquiciar al defensa de turno, o incluso al portero. Aún me acuerdo un incidente que tuvo con el portero del Sporting, Juan Carlos Ablanedo. El mexicano sin que nadie le viera (entonces no había la cantidad de cámaras que hay ahora transmitiendo los partidos), pisaba uno de los pies del portero sportinguista, a lo que el asturiano reaccionaba por la tremenda soltando una patada sin balón sobre el mexicano que le costaba la expulsión y un penalti en contra. Era “el otro fútbol” que sabía manejar muy bien Hugo. Otra recuerdo que tenemos de Hugo es la celebración de sus goles, con esa voltereta gimnástica que le enseñó a practicar su hermana Herlinda, gimnasta profesional y olímpica en Montreal 76.
Serán 7 temporadas las que Hugo Sánchez vestirá la elástica merengue (1985-1992). 283 partidos oficiales y 208 goles. No son las cifras de Cristiano, pero si tenemos en cuenta que era otra época y otro fútbol, el mérito del mexicano es indudable. En su palmarés como madridista figuran 5 Ligas, 1 Copa de España, 3 Supercopas de España y 1 Copa de la UEFA. A nivel individual, 5 Trofeos Pichichi (uno de ellos con el Atlético) y Bota de Oro 89-90.
Tras abandonar el Real Madrid jugará en el América CF (México) , Rayo Vallecano, CF Atlante (México), Linzer (Austria), Dallas Burn (EEUU) y Atlético Celaya (México).