Mañana, día 1 de junio de 2019 se jugará en mi ciudad la final de la Copa de Europa, como a mí me gusta decir, ya que eso de Champions me suena a fútbol moderno, y el fútbol moderno me gusta cada vez menos. Pero ese es otro tema. La cuestión es que tengo una extraña sensación.
Mes de mayo, mes de la primavera, mes en donde acaban mucho de los campeonatos de Liga de muchos países europeos (aunque aquí nos estamos acostumbrando a que acabe antes), y mes en el que casi siempre, se juega la final del máximo torneo de clubes de Europa, y el mes en el que casi siempre el Real ha levanto 10 de sus 13 orejonas.
Por eso, y por jugarse en nuestra ciudad se me hace extraño todo lo que se vive estos días. Mi Madrid, mi ciudad, rebosa fútbol por los cuadros costados. Esta será la 5ª final de Copa de Europa que acoge nuestra ciudad, y primera que se celebrará en el campo del eterno rival ciudadano de nuestro Real. Pero lo que se me hace más extraño es que no seamos parte de esta fiesta de fútbol.
Os lo he contado en más de una ocasión, pero os lo vuelto a recordar. Cuando en 1998 el Real Madrid conquistaba la su 7ª Copa de Europa en Ámsterdam frente a la Juve, llevábamos 32 años sin tocar la orejona. Yo por entonces ya contaba con 35 años, había visto como perdíamos una final en 1981 en París frente al Liverpool, y caer al equipo dolorosamente varias veces contra el gran Milán de los 80. Si, le vi ganar dos Copas de la UEFA, pero mi padre me hablaba de aquel Madrid de las cinco Copas de Europa consecutivas y yo ya pensaba que no le vería ganar ninguna. Y lo que es peor, si había visto como el Barcelona ganaba su primera Copa de Europa. Pero aquel 20 de mayo de 1998 cambió todo.
Ámsterdam 98, París 00, Glasgow 02, Lisboa 14, Milán 16, Cardiff 17 y Kiev 18. Ciudades y años para sumar a aquellas que me contaba mi padre, y que han hecho que una generación de madridistas más jóvenes se hayan mal acostumbrado. Y los no tan jóvenes, porque las última cuatro conquistadas entre 2014 y 2018 se asemeja a aquel hito de los Di Stefano, Gento, Rial, Puskas y compañía.
Por eso ayer, cuando antes del partido de baloncesto en el Palacio de los Deportes paseaba junto a Ana y Javi, y ya estaban montando la fans zone del Liverpool y veíamos a los primeros aficionados The Reds, y los carteles que con la Orejona anunciaban la final, nos invadió una extraña sensación. Y es que este equipo nos ha acostumbrado muy mal, y creemos que lo logrado estos años se vuelve obligación y es sencillo, y como algunos han probado en sus propias carnes, no ganar ya la Copa de Europa, sino incluso llegar a la final, es solo cosa de los elegidos. Pero este año los elegidos se han tomado un descanso.
¡¡¡ Hala Madrid !!!